Entrevista a un psicólogo
– ¿Qué es lo que te ha inspirado a enunciar tu forma de hacer psicoterapia como “En Tiempo Presente”?
Para el ser humano en su urgencia, en su dolor, es prioritario el hoy, el presente y ese malestar que tiñe de gris este momento de su vida. Solo desde una posición plenamente consciente de dónde estoy parado, de cuál es mi realidad con sus posibilidades y sus limitaciones, podré comprender el pasado y explotar a mi favor tanto aquel pasado como este presente. Ver la vida como un continuo, una historia que se va construyendo, pero también que va como el agua de un arroyo buscando su cauce. La plenitud es posible aún en medio del dolor. Justamente uno de los autores que inspira mi trabajo es Víctor Frankl, aquel psiquiatra que pasó por la tremenda experiencia de los campos de concentración. Él descubre que mucha gente que bajo esas terribles circunstancias estaban condenadas al deterioro moral y anímico, seguía en pie con el ánimo alto. ¿Qué los sostenía? Frankl afirma que, si se encuentra uno con el sentido de la vida, de su vida, se puede estar relativamente bien a nivel emocional aún en medio del dolor.
– Pareciera que hoy la vida en la gran ciudad nos agrega variables a nuestro potencial para enfermar, ¿puede notarse eso en la consulta?, ¿de qué manera se manifiesta?
Continuamente estamos expuestos a elementos estresantes a lo largo del día en la ciudad. Desde el desayuno frente a noticieros que informan noticias que pueden afectarnos el humor. Viajar mal, estar presionados por llegar a tiempo al trabajo so pena de perder el presentismo. Trabajar presionados aun teniendo que quedarnos más tiempo que el establecido para terminar un trabajo derivado por el jefe, etc. Y en la calle…el caos, cortes de calles, bocinazos, humo de los escapes de los vehículos.
Todo esto nos hace de alguna forma vulnerables. Si a esto sumamos predisposiciones tanto anímicas como orgánicas, estamos preparados para colapsar en cualquier momento. Hablemos de enfermedades psicosomáticas o de trastornos psicológicos. Todo esto desde luego lo percibimos los terapeutas en la consulta, de hecho, hay que realizar todo un trabajo para ir de las generalidades a la particularidad de ese sujeto sufriente, tratando de comprender cómo padece en y desde esa subjetividad. Se manifiesta cuando el consultante relata qué cosas le preocupan y nos relata temas cotidianos, malestares diarios. Justamente ahí se trata de aguzar el oído, más bien en forma psicoanalítica, digo, al hablarme de sus problemas laborales, qué es lo que en realidad me está diciendo. Se trata de deshilvanar esa constelación de malestares y encontrar el sentido profundo de ese padecer.
– ¿Cuál consideras la mejor forma de trabajar como psicoterapeutas en el marco socio económico que nos encuadra?
Enmarcando, siendo conscientes que la presión económica afecta a los consultantes. Quizás desacralizar el dinero. Por supuesto no me refiero a desconsiderar esa variable cuando las necesidades básicas no están cubiertas. Hablo de las dificultades de una persona de clase media. Creo que lo importante es ayudarlo a encontrarse “con lo mejor de la vida” fuera de lo económico. Reforzar la importancia de los afectos es de suma importancia. Una red de contención afectiva complementa perfectamente a cualquier psicoterapia sea cual sea su encuadre. El aislamiento potencializa cualquier patología.
Nuevamente recurro a Frankl, nuestro deber de terapeutas es acompañar a la persona en la búsqueda de sentido. Y recurriendo a otro autor de mi preferencia, Carl Rogers, acompañándolo en el proceso de hacerse persona. O de individuación según el concepto de Carl Jung, tercer autor en quien me apoyo en mis conceptualizaciones.
– ¿Podría decirse que hay una mayor apertura en el ámbito de la salud mental respecto a la posibilidad de abordajes integradores de teorías?
Sí, por supuesto, ya no se trata de meter a un consultante a la fuerza en un marco teórico sea como sea. Con investigar un poco, puede apreciarse que se está dando una mayor convergencia de teorías. Ya las neurociencias no sólo no están tan enfrentadas con el psicoanálisis, sino que hasta hay muchos temas en donde existe convergencia. Por ejemplo, un concepto como el de resiliencia, extrapolado de la física donde un elemento sometido a una presión deformante por características de su estructura molecular vuelve a la forma original luego de retirada la presión, ya no sólo es tomado por la terapia cognitivo-conductual. Cualquier terapeuta tenga la formación que tenga, acepta que hay personalidades con una predisposición a superarse pese a serios obstáculos que pueda atravesar, ya hablemos de haber contraído una enfermedad grave, cuanto de haber atravesado un divorcio, etc.
– ¿Como definirías la función del psicoterapeuta hoy?
Creo que la principal función del terapeuta es la de facilitador. Es decir que se trata de que hay que confiar en las potencialidades del consultante, que momentáneamente, salvo que se trate de una patología crónica y severa, atraviesa un momento de crisis. Estas crisis pueden ser esperables o inesperadas. Tanto unas como las otras son disrupciones en la vida de las personas o saltos de una etapa previa a una nueva. El terapeuta puede ayudar a que la nueva etapa sea de un mayor equilibrio emocional.
Todo tratamiento en el fondo no es otra cosa que una combinación de elementos facilitadores del crecimiento humano, del desarrollo personal y es justamente en esto en lo que focalizo al conceptualizar mi enfoque como del “tiempo presente”. Que esté presente se presente frente a la persona padeciente como una plataforma de lanzamiento hacia un mejor futuro, hacia una planificación de su ser, más allá del dolor del cual ningún ser humano puede escapar.
En definitiva como decía una canción de Serrat “…de aquí en adelante solo cabe ir mejorando” u otra interpretada por Baglietto “solo se trata de crecer”.
Alberto Sánchez Lic. en Psicología, Psicoterapeuta
Realizada por Lic. Mariela Krieger para Concetp Psi.
Diciembre 2009